lunes, 19 de marzo de 2012

Mi México & su identidad nacional


Identidad Nacional Del Mexicano



      
Autoconocimiento de las propias características o personalidad, sentido de sí mismo.

“La identidad nacional mexicana es una realidad histórica cultural que ofrece múltiples desafíos para su aprehensión y comprensión.”

¿Cuáles son los elementos de la identidad nacional mexicana?
Como indica Octavio Paz en su poema el laberinto de la soledad “la identidad del mexicano se cifra en su lejanía con el mundo, de los demás, y de sí mismo, ocultándose o enmascarándose tras su hermetismo, recelo machismo, su modo de amar y de relacionarse con la mujer, … y, finalmente, por su lenguaje reciente…”

(Octavio Paz en su “laberinto”: en torno a El laberinto de la soledad medio siglo después, por Adolfo Sánchez Vázquez)








Lenguas

Lenguas de México
De Wikipedia, la enciclopedia libre
La gran cantidad de lenguas que se hablan en el territorio mexicano hacen del país uno de los que poseen mayor diversidad lingüística en el mundo. Además del idioma español, cuyos hablantes en sus variedades locales constituyen la mayoría lingüística, se hablan en México sesenta y siete lenguas y agrupaciones lingüísticas indígenas. Por la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas que se promulgó en 2001, las lenguas indígenas y el español han sido declaradas lenguas nacionales por su carácter histórico, por lo que cuentan con la misma validez en todo el territorio mexicano.[1]
La relación entre el español y las lenguas indígenas ha pasado por diversos momentos desde que los europeos llegaron a América. En el caso mexicano, numerosas lenguas indígenas se beneficiaron de la labor intelectual de los primeros misioneros evangelizadores que mostraron un celo particular por aprender los idiomas nativos y cristianizar a los americanos en sus propias lenguas. Estos y otros intelectuales en los años posteriores a la Conquista produjeron las primeras gramáticas y vocabularios de las lenguas náhuatl, maya, otomí, mixteca y purépecha, entre otras, y adaptaron el alfabeto latino para escribirlas. En contraste con este interés, numerosas lenguas se perdieron antes de que pudieran ser estudiadas sistemáticamente, pues sus hablantes fueron asimilados culturalmente o exterminados físicamente. Por eso, en muchos casos quedan pocos o ningún testimonio de su existencia, apenas menciones de su existencia en algunos escritos y pequeños vocabularios. Se calcula que hacia el siglo XVI, en México se hablaban más de cien lenguas.
A partir de la independencia de México, se planteó la necesidad de castellanizar a todos los pueblos indígenas, pues se veía en la diversidad lingüística una dificultad para integrarlos a la sociedad nacional. Hasta el siglo XX, la única lengua de enseñanza y de gobierno era el español; los primeros intentos de alfabetización en lenguas indígenas tenían por objeto que los educandos adquirieran la escritura para después continuar el proceso educativo exclusivamente en español.
La población hablante de lenguas indígenas en México no es conocida con precisión. El censo del Inegi señala que se trata de alrededor de seis millones de personas, pero el dato corresponde sólo a los mayores de cinco años. La población étnica indígena fue calculada por la CDI en 12,7 millones de personas en 1995, lo que equivalía al 13,1% de la población nacional en ese año (1995).[2] A su vez, la CDI sostenía que en 1995, los hablantes de lenguas indígenas en el país sumaban alrededor de siete millones. La mayor parte de esa población se concentra en la región centro y sur del país.

Lenguas indígenas de México
México es el primer país con mayor cantidad de personas hablantes de lenguas amerindias en América con un total de 65 lenguas vivas registradas en el año 2010.[3] Sin embargo, en números relativos, la proporción de estas comunidades lingüísticas es menor en comparación con países como Guatemala (52,8%) y Perú (35%), e incluso a las de Ecuador (9,4%) y Panamá (8,3%) [1]. Excepción hecha del náhuatl, ninguna de las lenguas indígenas de México posee más de un millón de hablantes. El nahuatlahtohlli es la cuarta lengua indígena de América por el tamaño de su comunidad lingüística, detrás del quechua, el aymara y el guaraní.
Lenguas indígenas de México
Mapa de lenguas de México + 100 000.pngMapa de lenguas de México 20.000-100.000.pngMapa de lenguas de México - 20 000.png
Lenguas con más de 100 mil hablantesLenguas con más de 20 mil y menos de 100 mil hablantesLenguas con menos de 20 mil hablantes

[editar] Clasificación de las lenguas indígenas

El estudio de las lenguas indígenas comenzó desde la llegada misma de los españoles al territorio que actualmente ocupa México. Algunos de los misioneros, por encontrarse más cercanos a los nativos, advirtieron las semejanzas que existían entre algunas de las lenguas, por ejemplo, el zapoteco y el mixteco. En el siglo XIX, las lenguas nativas fueron objeto de una clasificación semejante a la que se realizaba en Europa para las lenguas indoeuropeas. Esta tarea fue emprendida por Manuel Orozco y Berra, intelectual mexicano de la segunda mitad del siglo XIX. Algunas de sus hipótesis clasificatorias fueron retomadas por Morris Swadesh a principios del siglo XX. Las lenguas de México pertenecen a ocho familias de lenguas (además de algunas lenguas de filiación dudosa y otras lenguas aisladas), de las cuales las tres más importantes tanto en número de hablantes como en número de lenguas son las lenguas uto-aztecas, las lenguas mayenses y las lenguas otomangues.
Uno de los grandes problemas que presenta el establecimiento de relaciones genéticas entre las lenguas de México es la falta de documentos escritos antiguos que permitan conocer la evolución de las familias lingüísticas. En muchos casos, la información disponible consiste en unas cuantas palabras registradas antes de la desaparición de un idioma. Tal es el caso, por ejemplo, del idioma coca, cuyos últimos vestigios lo constituyen algunas palabras de las que se sospecha pertenecen más bien a alguna variedad del náhuatl hablado en Jalisco. Swadesh calculaba que el número de idiomas hablados en el territorio mexicano llegaba a los ciento cuarenta. Actualmente sólo sobreviven sesenta y cinco.
Clasificación de las lenguas indígenas de México
FamiliaGruposLenguaTerritorio
Lenguas yuto-aztecas
Se trata de la familia de lenguas amerindias más extendida en el territorio mexicano. Asimismo, es la que posee el mayor número de hablantes.
Yuto-aztecas meridionalesTepimanoPápagoSonora
Pima bajoSonora, Chihuahua
TepehuánChihuahua, Durango
Tepecano (†)Jalisco
TaracahitaTarahumaranoTarahumaraChihuahua
GuarijíoSierra Madre Occidental
CahitaYaquiSonora
MayoSonora y Sinaloa
ÓpataÓpata (†)Sonora
Eudeve (†)Sonora
Tubar (†)Sonora
Corachol-aztecanoCoracholCoraNayarit
HuicholNayarit
NáhuatlPochuteco (†)Oaxaca
NáhuatlValle de México, Sierra Madre Oriental, Veracruz
Lenguas hokanas
Aunque esta familia es todavía discutida por los lingüistas, agrupa numerosas lenguas habladas en las zonas áridas de México y Estados Unidos. Algunas propuestas incluyen a la lengua seri, pero en las más recientes esta lengua aparece como una lengua aislada. La mayor parte de las lenguas hokanas se han extinguido, y otras están a punto de desaparecer.
Lenguas yumano-cochimíesYumanasPaipaiPenínsula de Baja California
Cucapá
Cochimí (Mti'pai)
Kumiai
Nak'ipa (†)
'Ipa juim (†)
Kiliwa
CochimíesCochimí (†)
Ignacieño (†)
Borjeño (†)
Tequistlateco-chontalesChontal de OaxacaOaxaca
Tequistlateco (†)
Lenguas del sur de Baja California
Se trata de un conjunto de lenguas habladas en el sur de la península de Baja California. Actualmente todas se encuentran extintas. La escasa documentación sobre las lenguas hacen dudosa su clasificación. Incluso se ha puesto en duda la posibilidad de que todas esas lenguas hayan formado parte de una misma familia. Algunos lingüistas indican que es posible que hayan tenido alguna lejana relación con el cochimí, y por tanto, formarían parte de la familia hokana.
Guaicura (†)Baja California Sur
Laimón (†)
Aripe (†)
Huichití (†)
Cadégomeño (†)
Didiu (†)
Pericú (†)
Isleño (†)
Monguí (†)
Lenguas álgicas
La única lengua álgica hablada en México es el kikapú, un idioma sumamente cercano al fox. La tribu kikapú se estableció en Coahuila en el siglo XIX, debido a la invasión de su territorio original (Oklahoma) por otras tribus y blancos.
Lenguas algonquianasCentralesKikapúCoahuila
Lenguas otomangueanasOtomangue occidentalOto-pame-chinantecanoOto-pameOtomíCentro de México
MazahuaEstado de México
Matlatzinca
Tlahuica
Pame
JonazGuanajuato, San Luis Potosí
ChinantecanoChinantecoOaxaca y Veracruz
Tlapaneco - mangueanoTlapanecoTlapanecoGuerrero
MangueanoChiapaneco (†)Chiapas
Otomangue orientalPopoloca-ZapotecanoPopolocanoMazatecoOaxaca y Veracruz
IxcatecoOaxaca
ChochoOaxaca
PopolocaPuebla
ZapotecanoZapotecoOaxaca
ChatinoOaxaca
PapabucoOaxaca
SoltecoOaxaca
Amuzgo - mixtecanoAmuzgoAmuzgoOaxaca y Guerrero
MixtecanoMixtecoEscudo Mixteco
CuicatecoCañada de Cuicatlán
TriquiOaxaca
Lenguas toto-zoquenas
Los primeros intentos clasificatorios, como el de Orozco y Berra, proponían una afinidad entre las lenguas mixe-zoqueanas y las lenguas otomangueanas. Sin embargo, la evidencia reciene apunta a que el mixe-zoqueano está emparentado con el totonaco-tepehua. También la lengua de los olmecas parece ser una forma de mixe-zoqueano.
Mixe-zoqueanoMixeanoMixe de OaxacaVariedades mixes de la sierra de JuárezSierra de Juárez (Oaxaca)
Mixe del GolfoPopoluca de SayulaVeracruz
Popoluca de OlutaVeracruz
ZoqueanoZoque del GolfoPopoluca de TexistepecVeracruz
Popoluca de SoteapanVeracruz
Zoque de los ChimalapasZoque de San Miguel ChimalapaLos Chimalapas (Oaxaca)
Zoque de Sta. María Chimalapa
Zoque de ChiapasVariedades zoques de ChiapasPoniente de Chiapas
Totonaco-tepehuaTotonacanoTotonacoSierra Madre Oriental (Veracruz y Puebla)
Tepehua
Lenguas mayenses
Las lenguas mayenses (o mayances) se encuentran distribuidas en el sureste de México y el norte de Centroamérica. Aislada de este núcleo se encuentra la lengua huasteca, que se habla en el norte de Veracruz y el oriente de San Luis Potosí. Algunas propuestas han incluido a las lenguas mayenses en el grupo macro-penutí. En otras hipótesis se ha señalado que pudiera haber alguna relación entre las familias totonacana, mixe-zoqueana y la mayense, aunque la propuesta no ha ganado muchos adeptos. Muchas de las lenguas mayas habladas en México tienen un escaso número de hablantes. Esto se debe a que varios de esos idiomas pertenecen a grupos de guatemaltecos que se refugiaron en México durante la guerra civil. En la actualidad son consideradas como lenguas nacionales, como el resto de las lenguas indígenas.
HuastecoHuastecoRegión Huasteca
Chicomulteco (†)
YucatecanoYucateco - lacandónMaya yucatecoPenínsula de Yucatán
LacandónChiapas
Mayense occidentalCholano - tzeltalanoCholanoCholChiapas
Chontal de TabascoTabasco
TzeltalanoTzeltalChiapas
Tzotzil
Kanjobalano - ChujKanjobalanoKanjobal
Jacalteco
Motozintleco
ChujanoChuj
Tojolabal
Mayense orientalQuicheanoKekchíKekchíChiapas
Pokom - quicheanoQuichéChiapas y Guatemala
CakchiquelChiapas y Guatemala
MameTeco-MameMamChiapas
Aguacateco-IxilAguacatecoChiapas y Veracruz
IxilChiapas, Quintana Roo y Campeche
Lenguas aisladas
Se ha intentado agrupar estas lenguas en familias más amplias, aunque sin éxito. Al purépecha y al huave se le ha intentado atribuir, sin éxito, orígenes sudamericanos. El huave también ha sido relacionado con las lenguas penutíes por Swadesh. Aunque se dispone de muy poca información, se ha pretendido relacionar al extinto coahuilteco con las lenguas hokanas y las lenguas comecrudanas. El seri se ha incluido por mucho tiempo, sin evidencia contundente, a la gran familia hipotética hokana. El cuitlateco aparece en algunas clasificaciones como parte de la familia yuto-azteca. Del pericú es tan poco lo que se sabe y tantas eran sus diferencias con las otras lenguas de la península de Baja California, que ni los mismos misioneros del siglo XVII se atrevieron a establecer relaciones entre esta lengua y el resto de las peninsulares. Actualmente se propone que los pericú debieron ser descendientes de los primeros pobladores de la región.
PurépechaMichoacán
HuaveOaxaca
Cuitlateco (†)Guerrero
Coahuilteco (†)Coahuila
seriSonora
Lenguas no-clasificadas
Además existe un conjunto de lenguas con documentación muy escasa y referencias a lenguas de pueblos extinguidos, que no han podido ser clasificadas por falta de información. Ver por ejemplo Lenguas no clasificadas de México.
Cotoname (†)Tamaulipas
Quinigua (†)Nuevo León
Solano (†)Coahuila de Zaragoza
Naolano (†)Tamaulipas
Maratino (†)Tamaulipas
Chumbia (†)Guerrero

[editar] De la castellanización a la educación intercultural bilingüe

Las tribus llamadas genéricamente apaches eran nómadas que entraron en conflicto con los estados del norte de México durante el siglo XIX, al final accedieron a regresar al norte del Río Bravo, donde permanecen. Sus lenguajes y costumbres están muy bien documentados.
Por castellanización se entiende, en México, el proceso de adopción de la lengua española por parte de los pueblos indígenas. Como se señaló anteriormente, sus antecedentes de jure más remotos datan del siglo XVII, aunque no fue sino hasta el siglo XIX cuando alcanzó su máxima expresión, en el contexto de la República liberal. Con la generalización de la educación pública, la castellanización se hizo más profunda aunque ello no derivó en el abandono absoluto de las lenguas indígenas por parte de sus hablantes. En otros casos, la castellanización fue acompañada por el exterminio físico o el etnocidio; casos especiales son los yaquis (Guerra del Yaqui, 1825-1897), los mayas (Guerra de Castas, 1848-1901) y los californios[4] (cuyas lenguas se extinguieron a finales del siglo XIX, luego de una larga agonía que comenzó con el establecimiento de misiones católicas en la península). Los apaches[5] son un caso un poco diferente, aunque resistieron cualquier esfuerzo de castellanización desde el siglo XVII, entraron en conflicto abierto con españoles y mexicanos, e incluso con las demás etnias del norte (tarahumaras, sumas, conchos, tobosos). Esto se agudizó al ser empujados hacia el oeste por la expansión de Estados Unidos, causando el constante conflicto en los estados del norte de México y del sur de Estados Unidos (Guerra apache, durante todo el XIX).
La castellanización tenía como propósito eliminar las diferencias étnicas de los indígenas con respecto al resto de la población, para, en última instancia, integrarlos en "igualdad" de condiciones a la nación. En México, uno de los principales criterios históricos para la definición de lo indígena ha sido la lengua (el criterio "racial" sólo desapareció en el discurso oficial en la tercera década del siglo XX). Por ello, las estrategias para inducir el abandono de las lenguas indígenas estaban dirigidas principalmente a la prohibición legal de su empleo en la educación, la prohibición fáctica del ejercicio de la docencia para los indígenas (cuando un indígena llegaba a ser profesor, el gobierno se encargaba de reubicarlo en una comunidad donde no se hablara su lengua madre) y otras similares.

Contra lo que pensaban los defensores de la castellanización de los indígenas, su incorporación al mundo de habla española no significó una mejoría en las condiciones materiales de existencia de los grupos étnicos. La política de castellanización se tropezaba también con las carencias del sistema educativo nacional. Suponía que los educandos manejaban de antemano la lengua española, aunque en muchas ocasiones no ocurría de esta forma. Muchos indígenas que tuvieron acceso a la educación pública durante la primera mitad del siglo XX en México eran monolingües, y al prohibírseles el uso de la única lengua que manejaban, eran incapaces de comunicarse en el medio escolar. Por otra parte, los docentes muchas veces eran indígenas cuyo dominio del español también era precario, lo que contribuyó a la reproducción de las deficiencias competitivas entre los niños. En vista de lo anterior, en la década de 1970 se incorporó la enseñanza en lengua indígena en las zonas de refugio, pero sólo como un instrumento transitorio que debería contribuir a un aprendizaje más efectivo del español.
Durante la década de 1980, la educación bilingüe fue objeto de una promoción intensiva (en términos comparativos con períodos anteriores, puesto que nunca ha constituido un sistema masivo en México). Pero aun cuando los propósitos seguían siendo los mismos (la incorporación de los indígenas a la nación mestiza y la castellanización), se enfrentaba desde entonces a las carencias que acusa el sistema de educación intercultural implementado en la segunda mitad de la década de 1990. A saber, que el profesorado asignado a zonas de habla indígena con frecuencia no domina el idioma indígena que hablan sus estudiantes. Por otra parte, sólo en fechas muy recientes la Secretaría de Educación Pública se preocupó por la producción de textos en lenguas indígenas, y sólo en algunas de ellas. La gran diversidad lingüística de México, aunada a las dimensiones reducidas de algunas comunidades lingüísticas, han conducido al sistema de educación intercultural bilingüe a enfocarse sólo en los grupos más amplios.

[editar] Bilingüismo y diglosia

La mayor parte de los hablantes de lenguas indígenas en México son bilingües. Esto es resultado de un largo proceso histórico en que sus lenguas fueron relegadas a los ámbitos de la vida comunitaria y doméstica. Debido a ello, la mayor parte de los indígenas se vieron en la necesidad de aprender a comunicarse en español tanto con las autoridades como con los habitantes de las poblaciones mestizas, que se convirtieron en los centros neurálgicos de las redes comunitarias en que se veían integradas sus sociedades. A la declinación del número de monolingües entre los mexicanos hablantes de lenguas indígenas contribuyó también, como se ha señalado antes, la intensiva campaña educativa de corte castellanizante.
En la actualidad, existen comunidades lingüísticas donde menos del 10% de sus miembros hablan exclusivamente la lengua amerindia. Es el caso de la comunidad lingüística de los Chontales de Tabasco, que apenas presentan un 0,13% de monolingües del total. Les siguen los yaquis (0,33%) mazahuas (grupo étnico del estado de México, caracterizado por su temprana integración en la red económica de grandes ciudades como México, D.F. y Toluca), con 0,55% de monolingües; y los mayos de Sonora y Sinaloa, con 1,78%. Las comunidades con la mayor cantidad de indígenas monolingües son también aquellas donde el analfabetismo es más elevado o cuyo territorio étnico tradicional se localiza en las regiones más marginadas de México. Tal es el caso de los amuzgos de Guerrero y Oaxaca, con 42% de monolingües y 62% de analfabetismo; los tzeltales y tzotziles de los Altos de Chiapas, con 36,4% y 31,5% de monolingües respectivamente; y los tlapanecos de la Montaña de Guerrero, con 31,5% de monolingüismo.
En años recientes, algunas comunidades lingüísticas indígenas de México han emprendido campañas de rescate y revalorización de sus propias lenguas. Quizá la excepción sean los zapotecos de Juchitán, núcleo urbano de Oaxaca donde la lengua zapoteca tiene una fuerte presencia en todos los ámbitos de la vida desde el siglo XIX. Los movimientos reivindicadores de las lenguas indígenas han tenido lugar casi exclusivamente entre aquellos pueblos con elevado bilingüismo o que de una u otra manera se han insertado en la vida urbana. Este es el caso de los hablantes de maya yucateco, los purépechas de Michoacán, los nahuas de Milpa Alta o los mixtecos que viven en Los Ángeles.
Pero lo general es que las lenguas indígenas sigan relegadas a la vida familiar y comunitaria. Un ejemplo notable es el de los otomíes de algunas regiones del valle del Mezquital. Estos grupos se han negado a recibir instrucción en su propia lengua, dado que esos son conocimientos que se pueden aprender "en la casa", y que finalmente carecerán de utilidad práctica en la vida futura de los educandos. Lo que solicitan los padres en casos de este tipo es que la alfabetización de los niños indígenas sea en lengua española, dado que es un idioma que necesitarán para relacionarse en lugares distintos de la comunidad de origen. Porque aunque la ley mexicana haya elevado al rango de lenguas nacionales a las lenguas indígenas (más conocidas por el común de los mexicanos como dialectos, palabra empleada en el sentido de que no son verdaderas lenguas), el país carece de mecanismos para garantizar el ejercicio de los derechos lingüísticos de los indígenas. Por ejemplo, los materiales editados (textos o fonogramas) en estos idiomas son muy pocos, los medios de comunicación no prestan espacios para su difusión, salvo algunas estaciones creadas por el desaparecido Instituto Nacional Indigenista (actual Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas o CDI) en zonas con amplia población hablante de idiomas indios; y porque, finalmente, la mayor parte de la sociedad mexicana se comunica en español.

[editar] Otras lenguas

Aunque el español es la lengua mayoritaria de México, el inglés es usado ampliamente en los negocios. El dominio del idioma inglés es una característica muy demandada en la búsqueda de empleados profesionistas, lo cual ha llevado a un incremento exponencial en la cantidad de escuelas e institutos de enseñanza del inglés y la mayoría de las escuelas privadas ofrecen educación bilingüe e incluso lo que se ha denominado "bicultural". También es un idioma importante y se habla en las ciudades fronterizas, pero en éstas, al igual que en algunas del lado estadounidense, se ha mezclado con el español creando un dialecto híbrido llamado espanglish. El inglés también es el idioma principal de las comunidades de inmigrantes estadounidenses en las costas de Baja California, y en pequeños pueblos, como San Miguel de Allende, Chapala o Taxco donde la población de origen estadounidense representa al 50% de la población.
No se tienen datos oficiales acerca de la presencia de otros idiomas no indígenas en el territorio mexicano. El INEGI los incluye dentro de la categoría Otras lenguas extranjeras, aunque en sus tabulados finales no se desglosan cuáles son esas lenguas extranjeras.
El Instituto Lingüístico de Verano calculaba que a mitad de la década de 1990 existían 70 mil hablantes de bajo sajón en la república. La mayor parte de ellos se asientan en los territorios semidesérticos de Chihuahua, Zacatecas, Durango, Tamaulipas y Campeche. De esa comunidad, menos de la tercera parte habla también español, lo cual se puede explicar por el aislamiento de la comunidad menonita con respecto a sus vecinos. Asimismo, aunque se estima que la población de gitanos en el país debía ascender a unos 16 mil individuos; el ILV calcula que de ellos, unos cinco mil hablan el idioma romaní o caló.
Hoy en día la gente en Chipilo todavía habla la lengua véneta de sus bisabuelos. La variante véneta que se habla es el feltrino-belunés. Resulta sorprendente que el véneto chipileño no haya sido muy influido por el español, en comparación con cómo ha sido alterado en Italia por el italiano. Aunque el gobierno estatal no lo ha reconocido, por el número de hablantes, el dialecto véneto es una lengua minoritaria de inmigración en Puebla. Sin embargo, desde hace algunos años los chipileños están trabajando por el reconocimiento de su lengua con pláticas con el INAH y sobre todo con el trabajo cultural que realizan de manera constante.
Sobre las lenguas ibéricas habladas en México, se tiene registro del uso del catalán, vasco y gallego. Los hablantes de estas lenguas son principalmente gente de edad avanzada que llegó a México a causa de la Guerra Civil Española, y también estas lenguas son habladas en menor escala por algunos de sus hijos y nietos que ya son mexicanos de nacimiento y por nuevos migrantes españoles que han arribado al país en los últimos años. El catalán es el idioma ibérico más hablado en México, según fuentes de la comunidad catalana estiman aprox. 12.000 hablantes que se concentran en México DF, Puebla, Quintana Roo, Baja California, Colima, Jalisco y Sinaloa, la segunda lengua ibérica es el vasco con 8.500 hablantes dispersos en el Distrito Federal, Estado de México, Nuevo León, Coahuila, Jalisco, Colima y Oaxaca, y la tercera el gallego con 6.000 hablantes dispersos principalmente en el Distrito Federal, Estado de México, Veracruz y Jalisco. Del asturiano y del extremeño, muchas de sus palabras se mantienen presentes en el léxico hablado por los mexicanos; muy en partícular los las regiones Centro y Bajío.
Por otra parte, se sabe de la presencia de comunidades importantes de hablantes del francés, alemán, italiano, ruso, portugués, árabe, hebreo, griego, sueco, rumano, chino, japonés, filipino y coreano, aunque el ILV no presenta datos que permitan exponer una cifra acerca de su peso en las estadísticas pero los estudios que se tienen también se estiman en base a los datos que establecen estas comunidades así mismo como los de la secretaría de migración que también arroja datos aproximados. En la misma situación se encuentran muchos grupos indígenas no nativos de México y cuyas lenguas no fueron consideradas nacionales por la legislación del país (cosa que sí ocurrió, por ejemplo, con las lenguas de los refugiados guatemaltecos). En este caso está una importante comunidad de ecuatorianos y peruanos hablantes de quechua asentados en el Distrito Federal, Estado de México, Morelos y Puebla.
Entre la frontera México-Estados Unidos, hay presencia de lenguas norteamericanas como el kikapú, el kumiai y el pápago que se hablan entre ambos países y que también han sido reconocidas como lenguas nacionales. Sin embargo, después del exterminio o etnocidio de las diversas tribus apaches en territorio mexicano. En el censo parcial de población realizado por el INEGI en el 2005, se registró grupos indígenas no nativos de México, entre ellos 640 hablantes de afro-seminola, 37 hablantes de navajo, 22 hablantes de apache mescalero, 12 hablantes de yavapai en los estados de Chihuahua, Sonora, Coahuila y Baja California con un trilingüismo muy marcado entre los indígenas de la frontera México-Estados Unidos; en el caso de los navajos se dio por intereses comerciales que tienen con mexicanos en la venta de lana o forraje para ganado y en el caso de los apaches se dio por la reintroducción del búfalo americano en las reservas naturales del cañón de Santa Helena y Boquillas del Carmen que se ubican en las riberas sureñas del Río Bravo donde seis familias indígenas pertenecientes a esta etnia decidieron vivir de nueva cuenta en territorio mexicano sin importar los problemas fronterizos como en antaño vivían sus ancestros en las vastas llanuras del desierto chihuahuense.
Aunque México se reconoce, según sus leyes, como un país multicultural y determinado a la protección de las lenguas de sus diversos pueblos, no ha dado personalidad legal a las comunidades lingüísticas enumeradas en este apartado. La ley mexicana no contempla protección o promoción para estos idiomas, aun cuando forman parte de la identidad de un grupo de ciudadanos mexicanos. Cabe notar que en este punto, la legislación mexicana es equiparable respecto a las legislaciones de la mayoría de los países occidentales, en donde las lenguas de inmigrantes relativamente recientes, o marginales poblacionalmente, tienden a no ser consideradas como lenguas nacionales en riesgo, y por lo tanto, dignas de protección.

Gastronomía

Gastronomía de México
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La cocina tradicional mexicana, cultura comunitaria, ancestral y viva - El paradigma de Michoacán
Patrimonio Cultural Inmaterial
Flag of UNESCO.svg
Nombre descrito en la Lista Representativa del PCI.
Chile en nogada — The Pride of a Nation.jpg
Chiles en nogada, platillo creado en torno a la independencia de México, cuyos colores muestran los de la bandera nacional.
PaísBandera de México México
TipoCultural inmaterial
CriteriosR1, R2, R3, R4 y R5
N.° identificación00400
RegiónAmérica Latina y Caribe
Año de inscripción2010 (V sesión)
La gastronomía de México se caracteriza por su gran variedad de platillos y recetas, así como por la complejidad de su elaboración. Es reconocida por sus sabores distintivos y sofisticados con gran condimentación. Reúne tradiciones gastronómicas tanto mesoamericanas como europeas, entre otras. La cocina mexicana ha influenciado a diversas cocinas del mundo y también ha sido influenciada de cocinas como: española, cubana, africana, del Oriente Medio, asiática, etc. El 16 de noviembre de 2010 la gastronomía mexicana fue reconocida, junto con la cocina francesa, como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

Historia
La historia de la gastronomía mexicana se remonta aproximadamente 10,000 años, a la época en que se estima fue domesticado el maíz para convertirse en el cultivo que después fue la base alimentaria de las culturas mesoamericanas. Este remoto origen da a la gastronomía mexicana una carta de presentación singular en el concurso de las naciones, que ciertamente la distingue de otros acervos culinarios.

[editar] Influencia prehispánica

Tortilleras.
Elaboración de tortillas.
Pan de muertos de la mixteca poblana.
Durante la época prehispánica, los pueblos indígenas que habitaron el territorio tuvieron una dieta basada principalmente en vegetales. De ellos hay que señalar que hay una especie de dualidad que fue común a muchos de ellos desde por lo menos el año 3000 aec, se trata del maíz y el chile. Las grandes culturas mesoamericanas, y en menor medida, las oasisamericanas fueron alimentadas materialmente con estos dos frutos de la tierra. Al chile y maíz se asociaban otras especies de no menor importancia, algunas de las cuales han trascendido su nativo nicho ecológico para convertirse en insumos de las más variadas cocinas. Cabe mencionar al jitomate, el cacao, el aguacate, la calabaza, el nopal, la vainilla, divinizados todos ellos en la figura de Chicomecóatl, nombre náhuatl de la diosa mesoamericana de los alimentos.
Para complementar su alimentación, los antiguos pobladores de México acudieron a dos estrategias, por un lado, la crianza (en Mesoamérica) de guajolotes (pavos) y xoloitzcuintles (perros); o bien, la caza de todo tipo de animales, y esto vale para todos los pueblos de América Septentrional. Por ello, en aquellos tiempos cabe buscar los orígenes de ciertos hábitos alimenticios que perduran en la actualidad.
Tal es el caso del consumo de insectos y sus larvas (chinicuiles, chapulines, escamoles, jumiles...); reptiles (iguanas, serpientes...); batracios (ranas, axolotes...); peces (boquerones, charales, pescado blanco...); mamíferos (ardillas, tejones, venados...) y aves (chichicuilotas, patos, codornices y otras).
La cocina prehispánica disponía de pocas técnicas de elaboración. Sin embargo, una técnica muy importante es la nixtamalización del maíz, que aglutina los carbohidratos del almidón de maíz, lo que permite convertirlo en masa. Esta técnica era desconocida en todo el mundo, salvo en México y en algunos países de América Central. Otra técnica era la cocción a vapor —empleada, por ejemplo, en la confección del tamal—, o el horno de tierra, cuya fuente de calor se da por piedras calentadas durante horas a la leña —con la que se preparan, por ejemplo, la barbacoa y el zacahuil. Muchas de las recetas mexicanas tienen, pues, al menos algún antecedente precolombino, que es fácil identificar en la medida en que muchos conservan su nombre en lenguas indígenas, aunque castellanizado. Es el caso del mole, el atole, el tesgüino, el papadzul, el uchepo y toda una constelación de alimentos.

 Influencia colonial

Plato de enchiladas de mole.
La cochinita pibil, carne de cerdo adobada en achiote.
A partir de la Conquista de México, se añadieron a la cocina mexicana nuevos ingredientes como los distintos tipos de carnes de los animales provenientes de Europa. Fue precisamente por esa fusión por lo que la gastronomía mexicana es considerada hoy en día una de las más ricas a nivel mundial, extendiéndose su influencia a muchas partes del mundo, pues conquistadores, colonizadores y visitantes llevaron a su vez a Europa ingredientes mexicanos que hoy matizan la gastronomía de otros lares. Sobran ejemplos, pero hay que mencionar sobre todo el chile americano que luego de un largo rodeo se convirtió en paprika, y el jitomate, ingrediente básico de la comida mexicana. manzana de oro o manzana del amor.
Así como México aportó nuevos ingredientes al «mapamundi gastronómico»,[3] el resto del mundo también participó el intercambio de ingredientes. Sin embargo, en las regiones centro y sur del país, se ha conservado la gastronomía casi de forma original, al mantenerse la alimentación en un 80 por ciento vegetariano, lo que no sucede en los estados del norte de México, consumidores por excelencia de carne.
De los productos importados sobresale tal vez la contribución del cerdo a la gastronomía mexicana: todas las partes del animal son utilizables. La manteca de cerdo, por ejemplo, fue durante mucho tiempo en muchas regiones de México (y lo sigue siendo en algunas) la grasa preferida para cocinar las comidas. La carne del porcino se consume hoy en México bajo innumerables formas, y destacan entre ellas la carne por antonomasia, las carnitas. La piel del mismo animal se convierte en chicharrón, y sus vísceras se pueden preparar de diversas formas. Ni sus pezuñas ni su cerebro tienen desperdicio, las primeras se convierten en «manitas» y se consumen a la vinagreta, y el segundo sirve de relleno para unas crujientes quesadillas de sesos, fritas en la manteca del propio puerco, desde luego.
Además del cerdo, la vaca y todos sus derivados, las ovejas y todos los animales que se incorporaron al repertorio gastronómico mexicano; con los españoles llegaron cereales —como el arroz y el trigo, que se sumaron en la dieta mexicana al maíz—, pomáceos, prunáceos, rosáceos y, desde luego, las especias, mítico motivo de los afanes de Cristóbal Colón. Ni qué decir de productos básicos como el pan, que en México se multiplicó en cientos de formas, algunas de las cuales son identificadas con sus localidades de origen (el pan grande de Acámbaro, el pan de yema de Oaxaca) y otros más con las fechas en que son preparados (como la rosca de Reyes o el pan de muerto.
En general, la tortilla es preferida en miles de hogares en lugar del pan. La tortilla, una lámina redonda hecha a base de maíz, forma parte fundamental de la cocina mexicana y se podría decir que es la base de la alimentación mexicana. Con la tortilla de maíz, altamente recomendada por los especialistas en nutrición porque contribuye a mantener el equilibrio bacteriano intestinal, se pueden elaborar cientos de platillos debido a su flexibilidad, flexibilidad de la que carece el pan. Por mencionar unos cuantos ejemplos, es posible mencionar la tortilla cortada (especial para preparar chilaquiles), de la tortilla enrollada (para preparar flautas), de la tortilla doblada (para preparar los tacos, que se rellenan de una inmensa variedad de ingredientes y se denominan taquitos si se hacen con tortilla mediana o pequeña), la tortilla frita y endurecida (para preparar las tostadas) y muchas otras variaciones que una tortilla, por su estructura, puede tolerar sin llegar a romperse. Fiel a la tradición vegetariana, la tortilla se prepara con un maíz tratado de una forma especial tal que no se necesita añadir huevo en absoluto para obtener una masa que al mismo tiempo sea muy blanda pero consistente y que no se quiebre al momento de cocinarse. En muchos poblados el pan es considerado "artículo de lujo", pero la tortilla no falta en cada comida y por docenas; destacan en las festividades incluso las tortillas de colores, blanco, verde y rojo, que así dan realce a los motivos patrios.

 México independiente

A partir de la independencia de México, las gastronomías mexicanas fueron consolidando las características que hoy las identifican desde el siglo XIX, que han dejado su impronta en la cocina del mexicano actual. Por aquella misma época entraron al país trabajadores extranjeros que trajeron también sus propias costumbres alimenticias, que en México se reprodujeron por generaciones. Proliferaron los «cafés de chinos» en varias partes del país, especialmente en la capital y en aquellas regiones donde los orientales fueron llevados para trabajar en la construcción de ferrovías. De la cocina china, quizá el pan es el que dejó una huella mayor en la gastronomía mexicana, al grado de que persisten en muchos sitios del país los «panes chinos», una especie de mantecada con nueces y ralladura de naranja.
También durante el Porfiriato las clases altas mostraron su preferencia por las cocinas europeas. Ello trajo como consecuencia el relegamiento de la cocina mexicana más sofisticada a los ámbitos de la comida casera, pero no implicó el abandono total de costumbres antiquísimas como la ingesta de tortillas de maíz. Al concluir la Revolución mexicana, la gastronomía nacional fue ensalzada nuevamente como parte del programa nacionalista de los gobiernos emanados de esa guerra civil.
El tema de la gastronomía apareció recurrentemente en el cine de la Época de Oro (décadas de 1940 y 1950), y acompañó a otros estereotipos de lo mexicano. Años más tarde, en la década de 1980, en el campo de la literatura, el tema de la cocina popular del país fue retomado por escritores como Laura Esquivel, quien publicó la novela Como agua para chocolate. La novela, a su vez, sirvió de base para la película Como agua para chocolate (1992).
A partir de la última década del siglo XX se ha desarrollado un movimiento gastronómico conocido como «alta cocina mexicana». La nueva cocina mexicana —como también se le conoce— retoma una parte importante del repertorio de ingredientes de la cocina mexicana tradicional. Sin embargo, no se limita a la reproducción de recetas populares: toma de ellas lo necesario, con el propósito de reelaborarlo y dar nueva vitalidad creativa a la gastronomía del país, respondiendo a los nuevos gustos de los comensales en el contexto de la modernidad. Para principios del siglo XXI, en varias ciudades del país es posible encontrar restaurantes de las más diversas especialidades. Existen numerosos establecimientos de comida rápida, principalmente de origen estadounidense, que conviven con establecimientos que expenden las tradicionales «garnachas».

Diversidad

La diversidad es la característica esencial de la cocina mexicana. Casi cada estado mexicano posee sus propias recetas y tradiciones culinarias. Desde luego esta diversidad es más notoria si se contempla la riqueza gastronómica regionalmente y no por entidad federativa. Hay ciertas creaciones gastronómicas que surgieron localmente y que por su calidad y aceptación generalizada se han vuelto emblemáticas de la cocina mexicana en lo general. Éste es el caso de platillos como la cochinita pibil (yucateca), el mole oaxaqueño, el mole poblano, el pozole (identificado con Sinaloa, Jalisco y Guerrero), el cabrito (coahuilense y neoleonense), el pan de cazón campechano, el Churipu y las corundas purépechas (de Michoacán), el menudo de Sinaloa, Sonora y Chihuahua y otros muchos alimentos, en una larga lista de honor de la gastronomía mexicana. Aunque algunas sobresalen, en efecto, por su bien ganada fama y difusión, estas tradiciones gastronómicas regionales deben jerarquizarse sólo en función de gustos personales.
En el conjunto inmenso de cocinas regionales bien diferenciadas, se caracterizan todas ellas por un componente indígena básico en sus ingredientes y en las formas de preparación de los alimentos y en este orden podría decirse que el común denominador de tales gastronomías es el uso del maíz y del chile y del frijol, acompañados por el siempre presente jitomate, en sus diversas formas y variedades.
En las últimas décadas ha florecido un movimiento que se ha dado en llamar nueva cocina mexicana, que retoma las recetas, técnicas e ingredientes nacionales y las combina con los propios de la alta cocina internacional.

 Aspectos sociales y culturales

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El acto de cocinar en México es considerado una de las actividades más importantes, cumple funciones sociales y rituales determinantes, tales como la instalación del altar de muertos o la fiesta de quince años en México. La profesionalización del trabajo culinario en México sigue siendo predominantemente femenino: es común ver al frente de las cocinas de restaurantes y fondas a mujeres que, al adquirir el grado de excelencia, son nombradas mayoras, denominación que en la época colonial se les daba a las jefas de las cocinas de las haciendas y que ahora sería equivalente al chef europeo.
Es importante mencionar que la hora de la comida en México es sumamente valorada como aglutinante familiar, por lo que es común estar en alguna población mexicana (sobre todo las poblaciones pequeñas) y encontrarla absolutamente desierta de las dos a las cuatro de la tarde. De hecho, es común que las reuniones sociales giren alrededor de la comida y generalmente se les designa nombres en diminutivo: «el desayunito», «la comidita», «el cafecito» o «una cenita». La comida en México es el factor que une a la sociedad; a través de ella se entablan amistades, se conocen parejas, se cierran grandes negocios, se afianzan los lazos familiares o simplemente se disfruta de un buen momento.
Una de las características de la gastronomía mexicana es que no hacen distinción entre la llamada cocina cotidiana y la alta cocina. Así, aunque existen platillos típicamente festivos, como el mole o los tamales, éstos pueden consumirse cualquier día del año, lo mismo en una casa particular que en un restaurante lujoso o en una pequeña fonda sin un valor ritual especial. La gastronomía mexicana siempre ha sido calificada como una cocina de gran influencia barroca, resultado de un mestizaje culinario, y representa en mucho la visión que los mexicanos tienen del mundo. De esta forma, la zona norte del país, de clima más agreste y seco, ofrece una cocina más bien austera, de sabores sencillos; en cambio, en el sureste, donde la tierra es más generosa, se da una explosión de sabores con una cantidad hasta ahora desconocida de platillos y recetarios locales. En las zonas urbanas, debido a la integración de las mujeres a la fuerza laboral, así como a la influencia del estilo de vida occidental (principalmente de los Estados Unidos), se ha ido perdiendo la tradición de cocinar en casa. Sin embargo, se considera que las fondas (una versión mexicana de los bistró franceses, lugares donde comer fuera a medio día de forma económica) son un reservorio de las recetas tradicionales.

Ingredientes principales

Los nachos son una famosa botana fuera de México, considerada por el extranjero "comida mexicana", pero en realidad no es un ejemplo típico de la cocina mexicana.
El guacamole, salsa típica de los platillos mexicanos, elaborada con chile, aguacate y muchos otros ingredientes.
  • Maíz: es indiscutible la importancia del maíz como base de la mayor parte de las cocinas mexicanas. Es bien sabido que la sociedad siempre ha buscado consumir maíz cultivado en México, así que es el cereal más sembrado en toda la República. En el país se cultivan más de cuarenta y dos especies diferentes de maíz.[4] A su vez, cada uno de estos tipos de maíz presenta diversas variedades, cuyo número es de aproximadamente de más de tres mil, según el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Las características de cada raza son variables de acuerdo con las condiciones del suelo, la humedad relativa del medio ambiente, la altitud, e incluso de la forma en que es cultivado. Aunque algunas de las evidencias más antiguas del cultivo del maíz sugieren que su domesticación se produjo en varios focos al mismo tiempo, es probable que este proceso estuviera ligado a los pueblos de habla otomangueana. Sea como sea, el maíz sigue siendo la base de la mayoría de las cocinas mexicanas, quedando exceptuadas algunas tradiciones gastronómicas del norte de México, donde el maíz disputa al trigo el lugar como cereal básico. La forma principal en que se consume el maíz en México es la tortilla, pero es un insumo igualmente necesario para la preparación de casi todos los géneros de tamales, atoles y antojitos. Hay que añadir que el maíz que se emplea para las tortillas es maíz maduro y seco, pero que también se consume maduro y fresco (elote) o bien, tierno y fresco (xilote).
  • Cereales: entre los cereales venidos allende los mares destacan dos, por su importancia en la dieta cotidiana de los mexicanos: el trigo y el arroz. El primero de ellos comparte y disputa al maíz la condición de cereal principal. Está asociado principalmente con la confección de panes —aunque también existe la tortilla de harina—, ya sean blancos o dulces. El pan blanco (bolillo, telera, virote) es el elemento esencial de las tortas mexicanas. Mientras tanto, el pan de dulce —que se puede encontrar bajo innumerables formas— es acompañante ideal de las bebidas calientes que se suelen servir en la merienda o el desayuno. Sin embargo, hay que señalar que en muchos sitios de México el pan es un alimento suntuario, puesto que su costo es mucho mayor al de las tortillas de maíz. Por lo tanto, la costumbre de consumir pan se ve muy limitada en aquellos contextos donde las condiciones económicas son precarias.
  • Arroz: tiene una mayor presencia en las mesas mexicanas. Dado que es más versátil que el trigo, el arroz puede constituir en uno de los tres tiempos de la comida.[5] La manera más extendida de consumir arroz en México es el arroz a la mexicana, que no es sino un arroz frito y luego cocido en salsa de jitomate. Sin embargo, las variedades de arroz seco son muchas: lo hay blanco —saborizado en algunas regiones con un tomate verde y cebolla—, verde —con chile poblano—, amarillo —con azafrán—, negro —con caldo de frijoles negros—, y además puede ser acompañado con verduras, especialmente en la forma conocida como «arroz a la jardinera».
  • Verduras, leguminosas y hortalizas: las verduras que alimentaron a los antiguos mexicanos fueron sobre todo los quelites (quilitl), plantas aún inmaduras de diferentes familias botánicas (amarantáceas, quenopodáceas, crucíferas), plantas tiernas que se «cocían en olla» o se comían crudas; en estas familias se incluyen los quintoniles, los cenizos, los huauhzontles, verdolagas, una planta denominada mexixiquilitl que se parece al berro. Los romeritos son plantas también muy importantes que han sido empleadas en diferentes guisados, sobre todo durante la Cuaresma y la Navidad.
  • Nopal: aún se utilizan los nopales, sobre todo las personas con diabetes o con hipertensión arterialos, que acompañan infinidad de platillos y bebidas. El mezquite sigue siendo importante alimento en el norte del país, pero más en tiempos prehispánicos, cuando los chichimecas fabricaban «pan de mezquite» con la harina proveniente del fruto de la vaina. También es comestible la vaina del huizache.
  • Otros: el epazote o el papaloquelite (papaloquilítl, en náhuatl), el «tomate de cáscara», el «tomate de milpa» y el jitomate (jitomátl, en náhuatl, es decir, «tomate de ombligo» o «tomate sin cáscara»), las flores comestibles como la yuca (izótl) o la roja flor como «espaditas» del colorín o tzompanquahuitl en náhuatl, así como la flor de nochebuena y la flor de calabaza. También se cuenta con algunos elementos básicos presentes en casi todos los platillos, que determinan el sabor, color y textura de los mismos.
Así pues, los elementos primordiales de la comida mexicana son el maíz, gran variedad de picantes como el chile (o ají), las carnes rojas, los frijoles, el jitomate, la cebolla, la calabaza y en parte el uso de plantas como el nopal.

Bebidas

La Margarita es un coctel que se elabora con tequila, bebida proveniente del agave tequilana.
Las bebidas alcohólicas que acompañan a la gastronomía mexicana pueden beberse ahora en todo el mundo. Una excepción tal vez sea el pulque, cuyos expendios, las casi extintas «pulquerías», sólo pueden encontrarse en México. Sitios populares donde se rinde culto a Mayahuel (diosa de la bebida prehispánica del pulque) hoy en día son casi museos.
Las bebidas alcohólicas más conocidas fuera y dentro de México son: el mezcal (bebida fermentada del agave) cuyo aroma y sabor le hacen inconfundible, así como el tequila, licor nacional —aperitivo, en su origen— que se suele beber acompañado de sal y limón o junto con «sangrita» (bebida picante con jugo de naranja o de jitomate).
Son muy conocidas las cervezas de México, productos típicamente nacionales por su sabor suave y delicado, unas, y por su sabor fuerte, intenso, otras; se suelen tomar frías y, en muchas ocasiones, acompañadas de un limón que se coloca dentro de la boca de la botella; es costumbre popular creer que esto se hace para limpiarlas de posibles bacterias.
En México se producen vinos a partir de la uva principalmente en los estados de Baja California, Querétaro y Coahuila, donde se festeja la Fiesta de la Vendimia.
De origen prehispánico
De origen del siglo XVI o épocas posteriores;

[editar] Costumbres de la gastronomía mexicana

Las costumbres gastronómicas en México están muy ligadas a la ocasión y al origen social de los comensales e incluso hasta las épocas del año. Pero se puede decir que hay tres instantes del día importantes desde el punto de vista de la relación social con la comida de los mexicanos:
  • Desayuno, que puede ser una ocasión para probar los tamales y el atole acompañado de unas quesadillas, o algún guisado de carne acompañado con maíz. Asimismo, se puede disfrutar de los chilaquiles o los molletes. En cuanto a los tamales, es habitual encontrar en las calles puestos ambulantes de tamales que también ofrecen las famosas tortas de tamal o «guajolotas».
  • Almuerzo o comida, que suele servirse entre la una y las cuatro de la tarde, suele ser muy abundante. Suele haber dos o hasta cuatro tiempos: el primero consiste en una sopa con ingrediente de arroz (el arroz puede servirse también como segundo tiempo, entre la sopa y el guisado) y posteriormente se sigue de un plato más fuerte que suele ser llamado «guisado» y, para finalizar, los dulces o postres.
  • Merienda, que suele ser el instante de reunión familiar en el que predominan los sabores dulces: el chocolate (se denomina a la española o champurrado), los panes, y los famosos antojitos: las enchiladas, los pambazos, los tamales, las quesadillas y los tacos.
  • Cena, que se suele servir después de las 7 u 8 de la noche; generalmente es un platillo fuerte, puede ser similar al del almuerzo o al de la comida, o muchas veces es carne asada (res, puerco, pollo) y camote caliente.
Cada vez más esta división se ha ido perdiendo en ciertos sectores sociales, que sólo hacen tres comidas: desayuno, comida y cena, y optan así por una dieta más ligera, pero que no los exime de disfrutar de unas quesadillas, unos chilaquiles o unos huevos rancheros.

Conservatorio gastronómico mexicano

Recientemente ha quedado constituido el Conservatorio de la Cultura Gastronómica Mexicana (CCGM), cuya finalidad es la salvaguardia de las raíces, la identidad y la continuidad de la gastronomía de México. Del mismo modo, esta organizacíón de la sociedad civil promueve y difunde los valores y las características de la cocina mexicana con el fin de que siga manteniendo su lugar como una de las más grandes y variadas en el mundo.
Con este propósito, el Conservatorio, que también actúa como organismo consultor de la UNESCO, lanzó la iniciativa e integró el expediente técnico, para que esta institución mundial reconociera y considerara la cocina tradicional mexicana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, cuestión que fue aprobada al incorporarse aquella en la lista de tal patrimonio conforme a las normas de la UNESCO en noviembre de 2010.[6] [7]

[editar] Variantes de la cocina mexicana

Refranes gastronómicos

  • «Mujer que guisa, se casa aprisa.»
  • «A comer y a la cama, una vez se llama.»
  • «A falta de pan, tortillas.»
  • «Al mejor cocinero se le va un tomate entero.»
  • «Las cuentas claras y el chocolate espeso.»
  • «Del plato a la boca se cae la sopa.»
  • «A comer y a misa, una vez se avisa.»
  • «Donde no hay harina, todo es muina.»
  • «Las penas con pan son buenas.»
  • «Barriga llena, corazón contento.»
  • «Entre menos burros, más olotes.»
  • «Para todo mal, mezcal. Para todo bien, también.»
  • «Cuando como no conozco.»
  • «Están primero los dientes que los parientes.»
  • «A los hombres por el estómago se les conquista.»
  • «Ya comimos, ya nos fuimos.»
  • «Ya llegué y vine a cenar.»
  • «Ya comí, ya bebí, ya no me hallo aquí.»
  • «Costal vacío no se para.»
  • «Costal lleno no se dobla.»
  • «Platica, poblano, mientras yo te ganó.»
  • «Conejo blas, ya comiste, ya te vas.»